Vol 1 No. 1 Enero-Junio 2024 Revista Cientíca Avances en Ciencia y Docencia
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ISSN 3078-6266 Revista
La tecnología educativa, según Cabero (2003), es una disciplina viva, polisémica, contradictoria
y signicativa. Esto se debe a las transformaciones que han experimentado las diversas formas
de entenderla en el discurso pedagógico. Como indica Bautista et al. (2006), la formación
mediada por entornos tecnológicos ha pasado de ser un hecho anecdótico a un asunto de
máxima prioridad.
En cuanto al uso de la tecnología digital en la educación, el investigador Moreira (2009)
considera que existen luces y sombras, entre los factores positivos, destaca que facilitan la
comunicación sincrónica o asincrónica, independientemente de la ubicación o el momento de
las personas. Además, permite acceder a una gran cantidad de información, mejorar la ecacia
y la calidad de algunos procesos, y generar nuevas posibilidades de aprendizaje. Entre los
factores problemáticos, menciona el surgimiento del analfabetismo tecnológico, la saturación de
información, las dicultades para entender formas hipertextuales, la inadaptación a la rapidez
de los cambios tecnológicos, los desajustes o desfases en los sistemas educativos y el surgimiento
de nuevas exigencias formativas.
Las tecnologías educativas promueven ventajas como el autoaprendizaje, la facilitación de
la comprensión del conocimiento, la adquisición de materiales de apoyo, el desarrollo de la
capacidad de trabajo en equipo, la eciencia del trabajo docente, la creación de actividades
interesantes y el intercambio intercultural. García et al. (2020) argumentan que existen factores
complementarios, como la exibilidad, la mayor comunicación, la reducción de costos y tiempos
en el desarrollo de actividades formativas y la oportunidad de explorar ámbitos desconocidos
para un mayor aprendizaje.
Rodríguez et al. (2021) señalan que el uso de las tecnologías educativas conlleva una serie
de desventajas, como las distracciones, la pérdida de tiempo por el exceso de información o
la falta de un buen método de búsqueda, la información no conable o descontextualizada,
la dicultad para entender las comunicaciones virtuales, la dependencia tecnológica o de
otras personas, el plagio, la pérdida de privacidad y la ansiedad en profesores y estudiantes,
e incluso el aislamiento.
Moreira (2009) también establece que la educación virtual presenta retos como la integración
adecuada de las tecnologías, considerando los ámbitos epistemológicos y didácticos; la
reestructuración de métodos de enseñanza; el replanteamiento de la formación docente; la
investigación sobre los cambios producidos en estos nuevos ambientes de aprendizaje; y
la mejora del acceso y la conectividad. La tecnología tiene el potencial de revolucionar la
educación universitaria y puede crear experiencias de aprendizaje personalizadas, activas,
accesibles e innovadoras. Buxarrais y Ovide (2011) sostienen que la inclusión y adopción de
tecnologías en el mundo docente, explotadas correctamente, pueden generar una gama de
oportunidades en el mundo escolar que podría suponer un salto cualitativo en la adquisición
del conocimiento.
Para aprovechar el potencial de la tecnología educativa, los docentes deben poseer habilidades
que incluyan conocimientos básicos de informática, conocimiento de herramientas y recursos
tecnológicos, y habilidades pedagógicas. En el caso de los estudiantes las habilidades incluyen
el desarrollo de pensamiento crítico, resolución de problemas, colaboración, comunicación
y autorregulación. Espanhol et al. (2022), denen estas habilidades como un conjunto de
conocimientos y actitudes necesarias para usar las tecnologías digitales de manera crítica,
creativa y autónoma, exible, ética y reexiva.